elAficionado

El atleta más fuerte no es el que llega antes a la meta. Ése es el más rápido.
El más fuerte es el que cada vez que se cae se levanta.
El que cuando siente el dolor en el costado no se para.
El que cuando ve la meta muy lejos no abandona.
Cuando ese corredor llega a la meta, aunque llegue el último, es un ganador.
A veces, aunque quieras, no está en tu mano ser el más rápido, porque tus piernas no son tan largas o tus pulmones son más estrechos.
Pero siempre puedes elegir ser el más fuerte.
Sólo depende de ti, de tu voluntad y de tu esfuerzo.
No os voy a pedir que seáis los más rápidos, pero os voy a exigir que seáis los más fuertes.
Extracto del libro La Bibliotecaria de Auschwitz . Antonio G. Iturbe

jueves, 8 de mayo de 2014

Mi primer maratón: Coruña42. Crónica de mi carrera.

A pocos minutos de las 9, habiendo estirado y ya despojado del chandal, me coloqué en la parrilla de salida.
Mi mujer y mi hija, de expectadoras, presenciaban mi nerviosismo ante el inminente pistoletazo de salida, el cual no se dio hasta casi pasados 5 minutos de las 9.
La salida, lenta debida a mi posición natural de salida como novato (al final) hizo aumentar mis pulsaciones.
Fijado el objetivo de 3:45 por el que había entrenado estos tres meses (casi 800 km, casi 70 horas), me dispuse a seguir la liebre, dándome cuenta en los dos primeros kilómetros que ésta iba por encima del ritmo. Mi experiencia funcionó, recordandome que parte del sufrimiento que tuve en otras carreras (un par de medias maratones) vino impuesto por salir demasiado rápido.
Reduje ritmo y sintiéndome cómodo realicé los primeros 30 kilómetros gestionando lo mejor posible, sufriendo esos pequeños repechos y en algunas zonas el viento de cara. Que maravilla.
Mi plan era, llegados los 30 comenzar a apretar un poco, con control ya que mi primer objetivo era acabar.
Así empecé, hasta donde las piernas y el corazón, dictados por lo razonablemente lógico, me dejaron, siempre pensando en que mi primer objetivo era acabar.
Funcionó bien, lógicamente notaba los kilómetros pero las sensaciones eran buenas. Debía correr así hasta los 38, momento en el que a falta de 4 kilómetros debía volver a apretar.
Llegué al 36, comencé a subir el último repecho de la carrera, las fuerzas estaban justas, y el viento no ayudaba.
Subí centrandome en lo poco que quedaba, en lo mucho que había hecho, y en lo gratificante de la llegada.
Llegué al final del repecho, seguí corriendo, pero notaba que a partir de este kilómetro 38 la cosa estaba poniéndose más dura. Saqué mi ultimo gel, bendito gel, no sé si su efecto fue físico o mental pero me ayudó a continuar.
Quedando 2 kilómetros ya las fuerzas flaqueaban pero volví a retomar el ritmo.
Satisfacción, he cruzado la línea de meta.
Superación, he rebasado mi objetivo: 3:39:58

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